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NUEVA YORK._ “El guapo vive hasta que el pendejo quiera" y "para que el velorio llegue a mi casa que vaya a la ajena”. Estos son dos refraneros populares que en el día a día están en boca del pueblo dominicano, cuando se refieren especialmente a defender las vidas de quienes las ven en peligro ante los “más fuertes”. Se podrían aplicar casi con exactitud al caso de la madre dominicana Dermy Ureña, quien cansada de ser abusada, golpeada e insultada por su marido, William Bailey, un ex convicto que también la amenazó varias veces con asesinarla, decidió matarlo a puñaladas.
El asesinato lo cometió el pasado 6 de agosto en El Bronx y luego de revisar las circunstancias atenuantes y agravantes, el Gran Jurado le retiró el cargo por asesinato del que fue acusada por la policía, aunque todavía queda pendiente el de homicidio pero con la posibilidad de que también le sea cancelado.
De ser así, ella quedará libre en los próximos días y su destino está ahora en manos del juez del caso que revisará si la decisión del jurado fue correcta.
Ella tiene 42 años de edad y la víctima tenía 33. El la acosaba a tal extremo que incluso en presencia de una hija de 9 años de la mujer, la amenazó en diferentes oportunidades con asesinarla y desmembrar su cuerpo.
La dominicana no esperó que el hombre ejecutara su advertencia y adelantándose a éste, lo acuchilló varias veces para salvar su vida. “Me decía que me iba a destruir la cara para que nadie más me mirara”, relató ella en una entrevista que publica hoy martes el tabloide NY Post.
Dijo que conoció al ex prisionero en el 2008 y en poco tiempo, su marido se convirtió en parte de su familia. Ureña, quien hace algunos años dirigió la Oficina de Alguaciles de Nueva York, narró que el hombre no tenía ninguna familia, lo que la conmovió aún más para mudarlo a su apartamento.
“Todos sentíamos una especie de pena por él”, refiere la dominicana. “Cuando necesitó un lugar para quedarse, le abrí la puerta de mi casa”, agrega. “Pero a partir de ahí, fue cuando comenzó la pesadilla, llegaba muy borracho y cuando le dije que tenía que irse, se negó a hacerlo y me golpeó tan fuerte que me rompió la nariz”, añade.
Relata que llamó a la policía y luego de eso, el marido abusador cuya estatura era de 5 pies y 2 pulgadas, estuvo cuatro meses preso en Rikers Island, pero regresó a la casa de Ureña, insistiéndole en que lo perdonara y que no volvería a golpearla ni a tratarla mal.
La promesa, era falsa.
Bailey prosiguió luego con la misma conducta de violencia contra su compañera y dos semanas después de salir de la cárcel, repitió los golpes. El 14 de julio, el hombre se armó de un cuchillo con la intención de asesinar a la dominicana, pero ella logró quitarle el arma y acuchillarlo.
“Pensé que finalmente lo había asustado para siempre y que me dejaría tranquila”, sostiene. Pero en un momento de descuido, el sujeto retomó el cuchillo, tiró a la mujer sobre la cama y le puso la filosa hoja en la mejilla, amenazándola con desfigurarle el rostro. “Me retiró el cuchillo de la cara y me advirtió que lo haría más tarde, entonces, comenzó a estrangularme hasta que sentí que estaba perdiendo la visión”.
Precisó que cuando sintió que estaba por morir, pudo agarrar el cuchillo y apuñalar al abusador dos veces en la espalda y una en el pecho. Sobrevivió a las estocadas.
A pesar de que ella le había puesto una orden de protección (alejamiento), Bailey no fue arrestado ni acusado por la policía y a las tres semanas de ser apuñalado, estaba de vuelta y la golpeó con una llave de arreglar bicicletas.
Una vez más, la dominicana lo acuchilló y el hombre murió camino al hospital Lincoln de El Bronx. A partir de ese momento, terminó la larga cadena de abusos a la que la había sometido.
Ella espera que el cargo de homicidio le sea absuelto también o de lo contrario, se enfrentaría a una pena de hasta 25 años en la cárcel. Fue liberada la semana pasada de la prisión de Rikers con una fianza de $15.000 dólares.
Steve Reed, portavoz de prensa de la Oficina del Fiscal de Distrito de El Bronx, dijo que un juez decidirá si la decisión del Gran Jurado es legalmente correcta y si ella va a juicio, el jurado determinará si es culpable de homicidio o si el asesinato de su marido fue justificado.
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