MADRID (Reuters) - El movimiento de protesta contra el desempleo y las medidas de austeridad que cumple ocho días en España optó el domingo por permanecer una semana más acampando en la Puerta del Sol de Madrid, mientras en el país se celebraban elecciones municipales y autonómicas.
Los manifestantes, llamados también los "indignados" o movimiento "15-M", exigen terminar con el dominio de los dos grandes grupos políticos en España: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el poder y el Partido Popular (PP).
También demandan el cierre las centrales nucleares o gravar las transacciones internacionales con un impuesto.
"Nos quedamos por lo menos una semana más", dijo Josu Rebollo, portavoz de comunicación del movimiento.
Consultado sobre cuánto deberían durar las protestas, que congregaron de manera pacífica a miles de personas en numerosas ciudades españolas, un joven respondió a TVE: "Ya que estamos aquí no nos vamos a rendir".
El movimiento aglutinado a través de internet surgió en un país que sigue sufriendo los efectos de la crisis económica, con el índice de desempleo más alto de la Unión Europea, más de un 21 por ciento.
Entre los jóvenes, la tasa alcanza el 45 por ciento.
De momento, los organizadores propusieron extender las manifestaciones a los barrios de Madrid, celebrando asambleas el próximo sábado.
Aún está por ver la influencia que tendrán las protestas en las urnas, si habrá una mayor abstención o apoyo a los partidos minoritarios, y cuál será el grado de respaldo popular a partir del lunes. Varios medios recogieron el descontento de muchos comerciantes de la zona centro de Madrid por el descenso de las ventas en un sector clave para el turismo.
El "15-M" desafió la prohibición del organismo electoral de mantener concentraciones en la jornada previa a los comicios y el Gobierno optó por no disolverlas debido a su carácter pacífico y tras el retiro de lemas políticos de las plazas.
La protesta en la Puerta del Sol, donde duermen cientos de personas y que supera las 20.000 por las tardes, se ha convertido en un campamento con gran nivel de organización, con comités que se ocupan de atender a los medios, repartir comida e incluso del "respeto", con carteles que recuerdan que "la revolución no es un botellón" y piden no consumir alcohol.
"Sabíamos que algo así acabaría pasando. La política española no ha sido muy convincente, y con todas las consecuencias de la crisis, algo tenía que pasar", dijo el sociólogo Fermín Bouza, de la Universidad Complutense de Madrid.
Un cartel en el que puede leerse "People of Europe, rise up" (Gente de Europa, levántense) colgaba en uno de los laterales publicitarios de la plaza.
Turistas y curiosos tomaban fotos de los cientos de mensajes cuelgan de cabinas telefónicas, kioscos e incluso de una cúpula acristalada a la entrada del metro en el centro de la plaza.
Las elecciones del domingo renovarán los ayuntamientos del todo el país y 13 de los 17 gobiernos autonómicos. Según los sondeos, el PP podría arrebatar algunos de sus bastiones más importantes al PSOE, perjudicado por las medidas de austeridad impuestas para luchar contra el elevado
déficit público.
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