martes, 10 de mayo de 2011




Aporte. En esta enramada funciona la Escuela Pedro 
María Paulino, la cual fue construida con los aportes 
de la comunidad que adquirió zinc y sobrantes de la madera.
Cumplir con el horario de clase en las localidades ubicadas
 en las zonas periféricas de las provincias de la República
 Dominicana es el principal desafío que tienen por delante 
las autoridades de Educación, en vista de que ante cualquier
 inconveniente la docencia queda suspendida.
El panorama es el mismo en muchas localidades rurales,
 pues se trata de un poblado donde predomina la población
 haitiana; como en Elías Piña, la asistencia a clases depende 
de las actividades que tengan los padres de los niños en la
 semana o de si se oferta el Desayuno Escolar.
En tanto que en las zonas agrícolas los hijos de padres
 iletrados no realizan sus tareas completas según señalan
 los profesores, pero en la época de cosecha son llevados
 a los conucos y fincas alegando que no tienen quien se los
 cuide cuando regresen de clase.
Asimismo, cuando llueve, la asistencia de estudiantes a cla se 
es mínima, por las crecidas de ríos, ca minos enlodados lo que
 provoca que sus útiles se les deterio ren. Los muchachos que 
logran vencer todos los obstáculos y terminan el ba chillerato,
 enfrentan al problema de no poder inscribirse en la universidad 
por falta de apoyo econó mico. A esto se suma el i ngrediente de
 que el acceso hacia las escuelas y liceos para alumnos y profesores
 de zonas apartadas es cada día una tarea titánica, especialmente
 cuando les toca recorrer hasta ocho kilómetros caminando o en 
el asiento de una motocicleta por caminos vecinales agrestes.
El difícil paso a la zonas rurales les impide a los maestros cumplir 
a cabalidad con el horario semanal de clases y encima de estas
 precariedades que siempre han tenido que enfrentar profesores
 y alumnos, a este año escolar se les sumó el nuevo curriculum,
 del que los educadores entrevistados opinaron que no fue 
confeccionado para la educación rural, razón por la cual han
 tenido que apoyarse en el tradicional “Nacho”.
El caso de niños hacinados en aulas de Cotuí
Los 560 alumnos de la Escuela Los Mineros reciben clases en medio de 
un ambiente tan hostil que les impide hasta salir de sus aulas si se les 
presenta una necesidad fisiológica.
El centro educativo fue alojado en una casa y su marquesina donde
 se colocaron diez aulas separadas con los mismos pizarrones con 
poca luz y los profesores tienen sus escritorios en los angostos 
pasillos que quedaron libres.
Sin embargo, la escuela donde recibían clases hasta hace un año, 
fue demolida para dar paso a una edificación con mayor capacidad,
 pero los trabajos están paralizados.
Dadas las circunstancias, la dirección ha tenido que reducir el
 horario de clases por el hacinamiento en que se enseña a los niños.
El director del centro educativo, Roberto Francisco Marte, explicó 
la interferencia que se genera entre los cursos que impide que los
 maestros puedan desarrollar su programa a diario como ha sido diseñado.
“En esta escuela, el ruído aquí está por encima de los decibeles permitidos 
a un ser humano. Las profesoras han perdido parte de su capacidad auditiva
 por el ruido constante al que son sometidas por el hacinamiento”, agregó.
Es tan precaria la situación de dicha escuela, que los niños salen a hacer
 cualquier necesidad fisiológica, pasándoles por encima a los compañeros, 
porque las butacas están pegadas una a otras para que todos tengan cupo.
“Ahora con las altas temperaturas, el calor que hace aquí es sofocante.
 A veces los pobres se desmayan del calor”, manifestó.
Las aulas que quedaron en las habitaciones de la vivienda son las 
calurosas y los niños que les toca ese espacio son los que más sufren.
La ceremonia para iniciar cada día la clase se realiza en la calle frontal 
de la escuela, lugar donde los niños también disfrutan del recreo enfrentando
 el peligro de ser atropellados por un auto.
Villa Progreso
La escuela Pedro María Paulino del barrio Villa Progreso de aquí, no
 resiste un clavo más y allí estudian 157 niños del nivel inicial hasta
 el sexto grado, los cuales utilizan un retrete de la iglesia de la comunidad.
Es una enrramada, construida con tronco de cocos que ya cedieron, y 
protegida con rechazo de los aserraderos, pero ese material también se pudrió.
Su directora, Martha Mercedes Gómez, tiene su despacho debajo de una mata
 de mango, donde los rayos del sol la castigan mientras realiza sus labores diarias.
Una de sus aulas es de tierra y los alumnos que les toca recibir clase en ese lugar
 salen con el pelo y la ropa sucia.
Este centro educativo queda a menos de medio kilómetro del centro de Cotuí
 y lleva en operación tres años.
Faltan maestros de matemática y de naturales en Monte Plata 
Eduardo Soriano reside en la comunidad San José del Distrito Municipal
 Chirino de la provincia Monte Plata. Tiene 23 años de edad y hace tres 
años que terminó el bachillerato, pero no ha podido ingresar a la
 universidad porque no cuenta con recursos económicos.
“No fue fácil para mí caminar diariamente ocho kilómetros a pie, 
ida y vuelta, hacia el liceo, para ahora tener que quedarme a trabajar
 la tierra aquí, porque no tengo apoyo económico para ir a la universidad
 a hacerme educador como lo he soñado siempre”, dijo.
Dijo que al igual que él, hay otros muchachos de su edad en los campos 
de Monte Plata, a la espera de que se abra una oportunidad para superarse, 
pero han perdido las esperanzas.
La directora de la Escuela Parroquial Padre Antonio y Madre
 Ascención, hermana Teresa Pagán, consideró necesario para 
Monte Plata la construcción de una Universidad que les abra 
las puertas a los estudiantes de escasos recursos que no pueden
 viajar a Santo Domingo.
En esa provincia, agregó, hay cientos de muchachos con deseo 
de superación esperando una oportunidad que les permita hacer
 una carrera profesional, pero sus padres no pueden apoyarlos.
En la comunidad San José donde habita el joven Soriano, hay una 
escuela que da clase hasta el cuarto de la primaria, para la cual sus 
habitantes demandan la construcción de su verja perimetral, que en
 la actualidad es una cerca de alambre de púas. El zinc del techo está
 podrido al igual que las puertas y tiene un retrete para hembras sin puerta.
En tanto que en la escuela básica de Chirino las tizas no se marcan en la 
mayoría de sus pizarras, no hay computadoras, falta mobiliario para los
 estudiantes, los cuales tampoco tienen a mano laboratorio de ciencia ni
 de computadoras.
Sin embargo, la peor dificultad que enfrentan los estudiantes de 
secciones y parajes de esta localidad, es que tienen que trasladarse
 a oscuras tres y seis kilómetros por ca- lles solitarias a recibir clase,
 por lo que demandan la donación de una guagua.
“Nosotros no estamos tranquilos hasta que Vanelys llega a 
las 11:00 de la noche del liceo de Chirino. Ella quiere ser
 profesional pero son cuatro kilómetros que camina en 
plena oscuridad...”, dijo Asunción Moreno.
Debilidades
En la provincia Monte Plata hace falta 100 nuevos maestros de naturales 
y matemáticas, informó el director regional de Monte Plata, Juan Tomás Brito.
Destacó asimismo que el 20% de las escuelas ubicadas en la periferia están
 deterioradas y hay zonas en que los niños reciben clases en enramadas que 
carecen de baños.
Mencionó entre esas escuelas, la de la comunidad Hato Viejo del Distrito 
17-01 y otras tres comunidades que no citó dónde reciben clase 160 niños.
“Esto se debe a que la población estudiantil ha crecido y para no detener
 la docencia, los profesores y padres de los niños han tenido que improvisar 
ese tipo de aula”, agregó.
Adelantó que con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
 el Ministerio entregó el pasado mes RD$5.
5 millones para la reparación de 15 centros, recursos que llegan al país
 vía la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación,
 Ciencia y Cultura (OEI).
De su lado la encargada de la sección curricular del municipio Monte Plata,
 Andrea Amparo de Aquino, señaló que dada la falta de maestros expertos
 en ciencias naturales, dicha asignatura es impartida por educadores
 preparados en otras áreas.
“Nuestros maestros aunque no sean de esa área, imparten la materia, 
pero gracias a Dios tenemos un buen equipo y hay otros maestros
 que los estamos preparando”, dijo.
 POCAS OPORTUNIDADES PARA LOS JÓVENES 
Eduardo Soriano se quejó de la poca oportunidad que tienen los jóvenes
 de las comunidades apartadas de Monte Plata, los cuales tienen el deseo
 de realizar carreras universitarias, pero no tienen los recursos.
Sin embargo, el profesor Juan Tomás Brito resaltó la calidad de la 
educación en Monte Plata, tanto de los estudiantes de escuelas como 
de liceos, lo cual se observa cuando entran a las universidades y son elogiados. Puso como ejemplo los casos de Wandy Mejía e Isabel Santana.
La mayoría son haitianos en escuelas de Elías Piña 
En las comunidades rurales de Elías Piña el Ministerio de Educación ha 
construido numerosas escuelas equipadas con mobiliario moderno, 
donde existían enramadas o casonas, pero en numerosos planteles los 
directores enfrentan la sobreedad de los alumnos y la asistencia a clase 
no parece estar entre las prioridades de la mayoría de los educandos.
En las escuelas primarias El Pino de la comunidad que lleva su mismo 
nombre, por ejemplo, ocurre que en primer grado un número considerable
 de estudiantes tienen edades entre 8 años de edad y 16.
Ese es el caso de Yanet Rosario Encarnación que a sus 16 años de edad 
cursa el primerro de la primaria.
Cuando se le preguntaron las razones por las cuales no había asistido a
 clases antes si la escuela sólo queda a menos de dos kilómetros de su casa, 
dijo que siempre le dijo a sus padres que cuándo era que la iban a mandar
 a la escuela y éstos siempre le decían que “después”.
Como ella hay cerca de una decena que recibe clases en la mañana a 
cargo del director del plantel esucativo, Julio Alcántara.
“No podemos negarles la educación a esos niños, pero el sistema 
me lo rechaza, porque a sus edades deberían estar terminando el 
bachillerato como es el caso de Yanet”, agregó.
Tanto Alcántara como Berta Ramírez, profesora de la escuela La
 Cuna; Josefa del Carmen Rosario de la escuela Angostura; Susan 
Valdez Aquino de la escuela Sabana Larga, señalaron que la población 
estudiantil haitiana que asiste a sus escuales es inestable.
“Un lunes cualquiera se nos llenan las aulas, pero de repente el resto
 de la semana la asistencia a clase desciende casi al máximo, porque los
 padres de los niños haitianos se llevan a sus hijos sin permiso y los
 regresan cuando les parece”, agregó la profesora Ramírez.
En la escuela Básica La Cuna, expresó, hay 48 niños en horario de
 mañana y tarde, de los cuales 36 son haitianos.
“Bueno, cuando llega el desayuno escolar, al día siguiente se llenan
 las aulas, pero en cuanto se termina la ración, vuelve la baja asistencia
 hasta que se enteran que llegó de nuevo”, destacó.
Además, enfrentan la dificultad de que una cantidad importante de los
 niños haitianos que llegan a clase no hablan el idioma español y sus 
compañeros que sí entienden, son los que les sirven de tra- ductores
 de la clase.
El caso de la escuela Angostura de la sección que lleva su mismo 
nombre era donde se impartía clases mañana y tarde hasta el octavo grado, 
pero fue suspendida la tanda de la tarde y por la baja asistencia.
También le fue suprimida la jornada desde el quinto hasta el octavo grado.
La sección Angostura tiene energía eléctrica, sin embargo su escuela está a
 oscuras y le falta mobiliario.
Su directora, Josefa del Carmen Rosario, informó que los estudiantes de
 sexto grado en adelante, tienen que trasladarse a la Escuela Primaria
 Sabana Larga, del Distrito Municipal que lleva su mismo nombre,
 hasta unos cinco kilómetros a pie.
El problema
El director del Distrito Escolar 0201 de Elías Piña, Domingo Liranzo Lorenzo,
 precisó que la mayor dificultad que enfrentan los profesores que laboran en
 las zonas rurales de aquí es que se les hace difícil trasladarse por caminos 
vecinales deteriorados.
“El personal técnico también enfrenta numerosas dificultades porque
 tiene que invertir de sus bolsillos para realizar los trabajos de campo
 en cada centro de estudios”, citó. Los profesores que han podido han
 tomado la iniciativa de comprar motocicletas para trasladarse.
 LAS DIFICULTADES DE LAS PROFESORAS PARA TRASLADARSE 
HACIA LAS ESCUELAS
Entre las 6:30 y 7:30 de la mañana de cada día de escuela, en las 
carreteras hacia las provincias del Sur del país es común observa
r un número considerado de mujeres vestidas para impartir clase.
 En las orillas de las vías, haciendo la señal con el dedo pulgar que
 indica, “una bola”.
Ellas son las maestras que tienen la tarea de dar clase en las 
comunidades periféricas de sus provincias y tienen que desplazarse 
30 y 40 kilómetros para llevar el pan de la enseñanza.
“Si no boleamos, no podemos ir a nuestra escuela a dar clase
 diariamente porque el dinero que cobramos por nuestro trabajo,
 se quedaría solo en pasajes” dijo la profesora Margarita Ysabel.

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