El pontífice, de 84 años, que celebra su sexta Pascua como líder de los católicos, ofició una misa para más de 100.000 personas en una plaza de San Pedro ornamentada con 42.000 flores brillantes y plantas donadas por Holanda para simbolizar la esperanza y el amor.
Pero Benedicto XVI, que ofreció saludos de Pascua en 65 idiomas, tejió su sermón alrededor del contraste entre la dicha de la Pascua y las guerras, la pobreza y el sufrimiento en todo el mundo, sobre todo en el norte de Africa.
"Aquí, en nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras, violencias", dijo en su mensaje "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo), que ofrece dos veces al año.
En lo que se refiere a Libia, donde los disturbios han causado muchos muertos en los últimos tres meses, el Papa pidió que la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas, e instó a que se permita que la ayuda humanitaria llegue a aquellos que más la necesitan.
Pidió que se respeten los derechos humanos en Oriente Medio y el norte de Africa y apeló a Europa para que reciba a quienes huyen de los conflictos en esas áreas.
"Que llegue la solidaridad de todos a los numerosos prófugos y refugiados que provienen de diversos países africanos y se han visto obligados a dejar sus afectos más entrañables", agregó
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